MÁS ALLÁ DEL TRATAMIENTO: CÓMO CUIDAR LA PIEL DEL PACIENTE ONCOLÓGICO
Hay momentos en los que el cuerpo habla más fuerte que nunca. Durante un tratamiento oncológico, cada parte de nosotros se adapta, se defiende, se transforma. Y la piel —esa frontera silenciosa que nos envuelve y nos protege— también lo hace.
Aunque los avances médicos han mejorado las tasas de supervivencia, el camino no está exento de efectos secundarios: en torno al 70 % de los pacientes oncológicos presenta alteraciones en la piel o las mucosas a lo largo del tratamiento, y en algunos casos, estas complicaciones pueden incluso obligar a interrumpir la terapia.
En THE LAB entendemos el cuidado de la piel del paciente oncológico como un gesto de acompañamiento: una forma de aliviar, proteger y reconectar con el propio cuerpo en un momento en el que todo cambia.
La piel durante el tratamiento oncológico
Durante un tratamiento oncológico, el organismo se enfrenta a un proceso complejo que afecta mucho más allá del área tratada. Y la piel, ese lugar en el que habitamos, se convierte en uno de los órganos más vulnerables a los efectos secundarios de la terapia.
Los fármacos y tratamientos empleados —quimioterapia, radioterapia, terapias dirigidas, inmunoterapias u hormonales— pueden alterar su equilibrio natural, generando lo que conocemos como dermotoxicidades: reacciones cutáneas derivadas directamente del tratamiento.
Estas reacciones pueden ir desde la xerosis (sequedad extrema) y la sensibilidad aumentada, hasta dermatitis, prurito, erupciones acneiformes, alteraciones pigmentarias, cambios en uñas, radiodermitis o mucositis, llegando a comprometer la función barrera, el confort e incluso la continuidad del tratamiento si no se maneja correctamente.
Por eso, cuidar la piel en este contexto no significa solo tratar un efecto visible, sino preservar su integridad, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida y el bienestar del paciente.
Cuando la piel habla: manifestaciones cutáneas más comunes
La piel del paciente oncológico se convierte en un espejo del proceso terapéutico. Cada fármaco o técnica puede desencadenar respuestas distintas, pero todas comparten un denominador común: la fotosensibilidad, una mayor vulnerabilidad frente a la radiación solar. Esta sensibilidad incrementa el riesgo de irritación, inflamación y daño celular, haciendo imprescindible un cuidado fotoprotector y calmante desde el inicio del tratamiento.
Otro efecto adverso común a todos los tratamientos en menor o mayor grado es la xerosis, una sequedad intensa acompañada de descamación, tirantez y picor. Se asocia a una alteración de la función barrera y de la renovación cutánea, que reduce la capacidad de la piel para retener agua y regenerarse con normalidad. Cuando esta sequedad se acentúa, pueden aparecer grietas y fisuras, especialmente en manos y pies, zonas de alta fricción y presión mecánica.
También es común la eritrodisestesia palmoplantar, en la que se producen hiperqueratosis, eritemas e incluso fisuras, en muchos casos acompañadas de neuropatía periférica que provoca dolor, hormigueo o pérdida de sensibilidad. Esta reacción puede afectar de forma importante a la movilidad y al confort del paciente.
En el caso de pacientes sometidos a radioterapia, la radiodermitis es una de las reacciones más características. Se manifiesta con enrojecimiento, dolor, con alto peligro de sobreinfección e incluso, la aparición de tumores cutáneos posteriores al tratamiento, fruto del daño acumulado sobre la piel.
Los efectos son tan numerosos como frecuentes, y pueden coexistir en el tiempo por lo que la prevención desde el inicio es fundamental para evitar, en la medida de lo posible, la aparición de estas alteraciones y lograr que, si se presentan, lo hagan con la menor intensidad posible.
Las 3 claves para cuidar y proteger la piel del paciente oncológico
En el cuidado del paciente oncológico, el objetivo principal es preservar la barrera cutánea y mantener la piel en equilibrio. Para ello, existen tres pilares esenciales que deben acompañar todo el proceso, antes de empezar el tratamiento, durante y posteriormente al mismo y se basan en una higiene respetuosa, una hidratación y emoliencia constantes y una fotoprotección rigurosa.
Higiene: tanto en el rostro como en el cuerpo, la limpieza debe realizarse con productos sin jabones naturales y con un pH eudérmico que ayude a conservar el equilibrio del microbioma. Los syndets formulados con aceites vegetales son una excelente opción, ya que limpian sin arrastrar los lípidos protectores ni alterar la función barrera. Conviene evitar exfoliantes mecánicos y peelings químicos, depilatorios, cosméticos con alcohol o perfume, así como ingredientes con potencial irritante o alergénico.
Hidratación y emoliencia: mantener la piel nutrida es clave para reforzar la barrera cutánea y reducir la pérdida transepidérmica de agua (TEWL). Se recomienda aplicar productos emolientes dos o tres veces al día, en capa fina y con un suave masaje hasta su absorción. Es fundamental insistir en manos y pies, zonas especialmente expuestas a toxicidad dermatológica. Las fórmulas más adecuadas son aquellas sin perfume ni alérgenos, ricas en Aceites Vegetales, Ceramidas, Pantenol o Glicerina, activos capaces de restaurar y retener la hidratación.
Fotoprotección: la mejor medida es la fotoevitación, complementada con ropa ligera y protectora que cubra la piel. En caso de exposición, se recomienda el uso de fotoprotectores de amplio espectro (SPF 50+), no comedogénicos y formulados para piel sensible o en tratamiento oncológico. El maquillaje correctivo, además, puede convertirse en un auténtico gesto terapéutico: ayuda a mejorar la imagen, recuperar la confianza y reforzar la autoestima del paciente.
Protocolo THE LAB para el cuidado del paciente oncológico
En THE LAB creemos que cuidar la piel del paciente oncológico es mucho más que seguir una rutina. Por eso, nuestro tiene como objetivo proteger, calmar y regenerar, adaptándose a las necesidades de la piel y ayudándola a que recupere su bienestar y su fuerza.
1. Limpieza respetuosa – Triple Limpieza THE LAB
Una rutina que trata mientras limpia. La Crema Limpiadora Sin Jabón THE LAB, con Ceramidas, Colesterol, Fitoesfingosina y Aceites Vegetales, refuerza la barrera cutánea y mantiene la hidratación. El Syndet Espumoso Limpiador THE LAB, con Pantenol, Glicerina y Biosacáridos, aporta calma y confort, mientras que la Muselina THE LAB favorece una exfoliación suave y respetuosa, ayudando a la piel a renovarse, evitando el aspecto cetrino y apagado.
2. Reparación y equilibrio – Esencia Facial Multi-Correctora THE LAB
Con cuatro tipos de Ácido Hialurónico, Niacinamida y Pantenol, hidrata en profundidad, reduce rojeces y fortalece la función barrera. Los Prebióticos y Extractos de Algas protegen la piel del estrés oxidativo, manteniendo la microbiota en perfecto estado y mejorando su luminosidad.
3. Sérums de tratamiento
Por la mañana, el Sérum Nº1 THE LAB, con Vitamina C estabilizada, Ácido Ferúlico, Resveratrol y Vitamina E, combate el estrés oxidativo y devuelve luminosidad. Por la noche, el Sérum Nº3 THE LAB, con Bakuchiol, AHA’s (Glicólico, Mandélico y Láctico) y Niacinamida, promueve una renovación cutánea respetuosa y mejora la textura.
En pieles alteradas con irritación o erupciones, el Sérum Nº2 THE LAB, con Azeloglicina y Flor de Azafrán, actúa como tratamiento de choque calmante, reduciendo inflamación, rojeces e irritación.
4. Emoliencia, fotoprotección y regeneración
La Crema Emoliencia Ligera THE LAB, con Ceramidas, Ácido Hialurónico, Niacinamida y Vitamina E, refuerza los lípidos del estrato córneo y aporta confort inmediato.
El Protocolo Defensa Avanzada SPF 50+ THE LAB, con Niacinamida, Vitamina E y Extractos de Phragmites Communis y Poria Cocos, protege frente a la radiación, la inflamación y el daño oxidativo.
Y como refuerzo, Pro-Exosomas EGF THE LAB, con Exosomas de Centella Asiática, Péptidos, Factores de crecimiento y Exosomas biomiméticos con Bakuchiol vehiculizado, potencia la regeneración y mejora la firmeza y elasticidad de la piel.
5. Tratamiento de choque – Mascarilla Reparadora Regeneradora
Con Pantenol, Bisabolol, Extracto de Regaliz, Ácido Hialurónico y Manteca de Karité, calma, regenera y aporta bienestar inmediato en pieles alteradas o sensibilizadas.
El cuidado de la piel antes, durante y después del tratamiento va mucho más allá́ de la estética: significa aportar confort, reducir las molestias y mejorar la calidad de vida de la piel oncológica.
Desde THE LAB creemos en la importancia de acompañar, cuidar y estar presentes.
#EnlaPielQueHabitas